Parece increíble, pero así ha sucedido. La selección femenina noruega de balonmano playa ha recibido una multa después de varias amenazas por parte de la Federación Europea de Balonmano.
Ocurrió durante la disputa por el tercer y cuarto puesto en el Campeonato de Europa de balonmano playa contra España. Para quien no lo sepa, la indumentaria obligatoria para las mujeres para poder participar es el bikini.
¿Adivinas a qué se debe la sanción? Pues sí, a la vestimenta. Aún estando en el siglo XXI, las mujeres deportistas se ven condicionadas por los superiores a vestir como ellos quieren, y no como ellas se sienten más cómodas.
El problema surgió a raíz de la parte inferior de la vestimenta, la parte de abajo del bikini. Como muchos de vosotros sabréis, las jugadoras de balonmano compiten en los torneos con una braguita. Está bien llevarla si una se siente cómoda y segura, pero el balonmano para estas mujeres es su trabajo. ¿Te imaginas ir a trabajar igual que si fueras a la playa? Un tanto ordinario ¿no crees? ¿Qué te diría tu jefe? Además, si tu labor implica acción continua y gestos bruscos, no me quiero ni imaginar lo estresante que debe de ser tener que ir revisando que no se te baje el bikini o que no se te vea nada.
Injusticia. Es la palabra que mejor define esta situación. La selección femenina noruega de balonmano playa se ha visto privada de su libertad condicionada por el sexismo. ¿Por qué los hombres pueden llevar pantalones para competir y ellas no? Hay cosas que no tienen ni pies ni cabeza.
Aunque la sanción, de 1500 euros, resulta insignificante, el deporte debería promover la diversidad y el respeto, no la sexualización de la mujer y la opresión.
Es cierto que a la hora de competir en un torneo de este nivel hay que cumplir con la indumentaria establecida por el reglamento, pero son tiempos de cambio. ¿No se debería preguntar a las jóvenes cómo prefieren competir? ¿Escuchar sus necesidades y sus preferencias? Con esto, no solo modelas una buena reputación, sino velas por la satisfacción del colectivo. Con una asociación de deportistas contentas y cómodas a la hora de trabajar, su rendimiento incrementa. Al aumentar su productividad, la competitividad sube de categoría haciendo que los partidos tengan más valor a nivel deportivo y de resultados. Todos ganan, ¿no crees?
La Federación Noruega de Balonmano se ha pronunciado diciendo lo siguiente: «Estamos muy orgullosos de estas chicas que durante el campeonato de Europa levantaron la voz y dijeron basta. Las respaldamos y apoyamos y juntos lucharemos por cambiar las reglas de la indumentaria».
Según declaran las deportistas noruegas, fue una decisión espontánea que tomaron 10 minutos antes de jugar el partido: cambiar la braguita por unos pantalones cortos elásticos para trabajar de forma más cómoda.
Después de esta polémica, me pregunto lo siguiente. Con todos los problemas serios que hay por solventar en el mundo, ¿todavía hay gente que se dedica a sancionar a mujeres por su vestimenta?